DESIERTO

“Dios no está en el desierto; el desierto es el misterio mismo de Dios”.

(Henri le Saux)

 

Un viaje al desierto siempre será mítico; todos desiertos del mundo tienen un claro significado espiritual: encontrar a Dios, encontrarse a sí mismo.

Alguna vez en sus vidas, Cristo o Moisés fueron al desierto; también es símbolo de encuentro espiritual para huicholes, bereberes, sufíes… ”Dios ha dado al hombre la tierra y el agua para vivir y el desierto como regalo para encontrar su alma”, reza un proverbio berebere.

Cada desierto es tan particular como el individuo que viaje hasta él: una experiencia y un camino para recorrer a solas.

En el desierto de Wirikuta habita un guía para aquellos que se decidan ir a su encuentro: “El Abuelo” o hikuri, para las etnias prehispánicas de México, y las tribus indias americanas es símbolo de sabiduría y encuentro con el Creador.

La suma del viaje al desierto y la enseñanza del hikuri es un gran golpe para la mente y el corazón humanos. Algo cambia en el trayecto desde Wadley a Wirikuta. El camino de ida; esa línea perpendicular con el horizonte, no es la misma que se recorre al volver, la persona que va no es la que regresa; y el cielo sobre Wirikuta no es el mismo cielo que vemos al alzar la vista en cualquier otro lugar.

Yesenia García